domingo, 9 de mayo de 2010

Mi confrontación con la docencia.

Responder al cuestionamiento de “explicar y argumentar la forma en que los contenidos de las lecturas (dos textos revisados) se concreta o no en nuestra práctica docente” no es del todo difícil, de acuerdo a como he entendido el planteamiento. Los texto revisados: “Competencias que expresan el perfil del docente de la educación media superior” y “Diez nuevas competencias para enseñar (Perrenoud, PH.), abordan, en general, una serie de competencias que los docentes debemos cultivar para lograr el desarrollo de competencias de carácter profesionales, disciplinares y genéricas en los egresados de nuestras escuelas. La respuesta es muy simple: aún no hay nada concreto. Mi experiencia es que la RIEMS está haciendo su aparición en la escuelas cada vez con más fuerza pero aún sin lograr un gran impacto. Considero que a partir del programa del PROFORDEMS, cada vez más docentes están “entrándole” a este asunto de la Reforma pero, también observo que hay docentes, cada vez menos, que no se han dado ni por enterados de la RIEMS.

Si hablamos de las competencias que el docente debe desarrollar para lograr en los alumnos los cuatro principios básicos de la educación (pilares de la educación), aprender a hacer, aprender a ser, aprender a aprender y aprender a convivir, pues noto que se llega al punto hasta de la idealización; de hecho, Perrenoud se pone un tanto utópico al decir que sus intenciones son “describir las competencias del futuro profesor ideal, las cuales deben ser los ejes básicos sobre los que se confeccionan los programas de formación” , destacando diez nuevas competencias para enseñar; a la vez se pone dialéctico y esperanzador al afirmar que “en la formación de los profesionales (de la educación, obviamente) las cosas se pueden hacer siempre mejor, siendo todo posible”.

Trato de concluir con mi experiencia, que creo que es lo deseado en esta tarea, afirmando que las competencias más deseadas de un docente eficiente y efectivo en su misión de lograr los alumnos que visualiza la REIMS, son las siguientes: En principio debe ser un profesor comprometido con lo que está haciendo (su trabajo docente). El compromiso va mucho más allá del involucramiento (involucrados todos estamos por nómina pero… ¿comprometidos cuantos?). Otra competencia es que seamos sensibles a nuestra tarea y al trato con los alumnos; un profesor sensible es reflexivo-autocrítico y va evolucionando su clase en función de aprender de sus experiencias. Con estas dos primerísimas competencias lo que sigue casi se da por añadidura, como es el respeto a la institución, a los compañeros y, sobretodo, a los alumnos, fomentando una apertura para la expresión de las ideas. Estar preparándose constantemente para el dominio de la técnica pedagógica y del conocimiento. Fomentar el trabajo en equipo para desarrollar aspectos de solidaridad y la competencia, no la competitividad. Facilitar la comunicación con las diferentes instancias de la escuela (orientación educativa, servicios escolares, etc.) y con los padres de familia, cerrando círculos que favorecerán el desarrollo de los educandos. Saber cómo “estamos parados frente a los alumnos” respondiendo preguntas existenciales como ¿qué estoy haciendo? ¿qué pretendo? ¿a dónde voy con estas acciones con mi grupo? ¿qué se esta produciendo? Saber hacer uso del humor como recurso de generación de armonía y que alimente la confianza en el grupo. Saber hacer uso de la anécdota, los pasajes literarios y las historias de vida como recursos para contactar significativamente con los alumnos. Evitar el uso de la improvisación o, en su caso, utilizarla en beneficio del proceso pretendido. Todo esto desarrolla, sobretodo, competencias genéricas y disciplinares, propias de la asignatura que trabajo (LEOyE).

Así pues, lo antes dicho es lo que mi práctica docente me permite plantear. Por supuesto que las coincidencias entre mi experiencia y las fuentes consultadas van cercando el quehacer docente con una visión de competencias. Termino con una idea que hace tiempo llevo con convicción: “quien siente la educación la piensa”… al pensarla cuántas cosas podemos hacer.

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